2 ene 2012
Víctima de una terrible meningitis, el cantante Daniel Calveti perdió la vida por unas horas cuando apenas era un niño, pero después de que su cuerpo pasara más de dos horas sin signos vitales en la morgue del hospital en donde fue atendido, milagrosamente volvió a la vida y se recuperó por completo.
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Aunque a diario se reportan hechos milagrosos en diferentes partes del mundo, son pocos los testimonios que se hacen públicos. En el caso de Daniel Calveti, el artista asegura que mientras viva aprovechará su talento artístico para que este suceso sea la historia de su vida, la cual nunca pasará de moda ni se aburrirá de contar.

“Quiero que todo el que me conozca sepa que Dios existe. Mi vida depende de Dios y para él vivo. Todo lo que tengo él me lo ha dado y todo mis talentos los utilizare para dejarle saber al mundo que Dios si existe, y cumple lo que promete”, comentó en entrevista.

Daniel Calveti, narra su testimonio como si lo hubiese vivido horas antes de la entrevista que nos ofreció.
“Aunque el doctor le dijo a mi madre que ya no había nada qué hacer y que hizo lo que pudo por salvarme, la fe de mi madre hacia la promesa que Dios le había dado acerca de que yo viviría le dio la serenidad para asumir la noticia sin mayor atención. En medio de su serenidad le respondió al doctor: ‘Dios le regresará la vida a mi hijo como lo hizo con Lázaro’”.

Daniel nos cuenta que después de haber permanecido envuelto en una sábana blanca dentro de la sala de autopsias en la morgue del hospital, milagrosamente sus signos vitales regresaron, activando la movilidad de sus pies y brazos, dándole un buen susto al personal de limpieza que se encontraba en ese momento laborando.

“Mi corazón volvió a latir y mis extremidades empezaron a moverse. Tremendo susto se llevaron los del hospital y tremenda alegría invadió a mis padres”.

A pesar de que el cerebro de Daniel sufrió inflamaciones, producto de la meningitis que padeció, sumado al largo periodo sin oxigenar su masa encefálica, los resultados de los exámenes que se le practicaron cuando regresó a la vida, no arrojaron daño alguno en el mismo. Actualmente Daniel lleva una vida normal y desea dedicar lo que le queda de vida al servicio de Dios.

En su más reciente producción musical y video llamado Vivo para ti, Daniel Calveti presenta en las letras de sus canciones su histórico milagro.
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Un compositor con más de 30 años de ministerio.
Una entrevista a Jaime Murrell, cantante, predicador y compositor panameño. Ha grabado los discos: “Grandes son tus  maravillas” (VIda Music), “Cristo reina” (Canzion Producciones), “Eres Señor” (Integrity Music), “Prometo marte” (Murrell Music), “Para mis amigos” (Murrell Music) y “Jaime Murrell, 25 años de ministerio” (Murrel Music), entre otros más. Jaime viaja constantemente por el mundo llevando el mensaje de la Palabra y ministrando la alabanza. Una conversación en el Hotel Copantl de San Pedro Sula, Honduras, a las 11 p.m.
Jaime, gracias por darme de tu tiempo para conversar contigo sobre composición. Te estuve escuchando hace unos momentos mientras predicabas y decías que antes de ser cristiano estuviste inmerso en el medio artístico de tu país, ¿cómo fue que incursionaste en ese mundo?
Jaime: El tema de la música y del canto siempre ha sido en mi algo muy natural. Desde que tengo uso de razón he cantado. Y lo he hecho como una manera de expresar cómo me siento. Aún en la escuela participaba de concursos de canto. En Panamá había una emisora secular que todas las semanas realizaba un concurso para aficionados y un miércoles por la noche yo decidí participar y gané.
¿Qué edad tenias?
Jaime: Unos 15 ó 16 años. Al quedar de finalista tenía el derecho de participar en la competencia del domingo donde cantaban todos los ganadores de la semana. Bueno, para hacerte corta la historia: gané. A raíz de esa experiencia pasé a la t.v. Yo era parte de un programa que se llamaba: “Música y risas”. A partir de allí comencé a moverme en el medio artístico de Panamá.
Recuerdo que una noche fui a un bar con mi novia (que ahora es mi esposa) y estábamos celebrando creo que un cumpleaños. Mira, yo estaba tan borracho que me acerqué a la banda que estaba amenizando el lugar y les pedí que me dejaran cantar. ¡Imagínate! ¡Canté en inglés! (se ríe). Luego de escucharme me dijeron que les hacía falta un cantante, el grupo se llamaba: Los Mozanbiques. Yo les dije: “Claro, yo me meto a cantar con ustedes, pero si nos metemos al estudio a grabar”. Y accedieron. Al mes ya estábamos grabando. La primera canción que grabé con ellos pegó a nivel nacional. Esa canción me impulsó mucho y pensé que podía ganarme la vida haciendo esto, cantando. Estuve 10 años en Panamá y grabé como 4 discos. Después de terminar de trabajar con Los Mozanbiques hice mi propia agrupación, la llamamos: Escorpio. Es interesante que hoy en día aún se siga escuchando esa música en Panamá.
¿Qué géneros musicales tocaban?
Jaime: Era una fusión de muchas cosas, pero mi estilo de hoy es el mismo de antes, sólo que ahora es un mensaje de fe, esperanza y salvación, y bueno, así fue como comencé en la música secular. Actualmente en Panamá hay emisoras que programan la música de ayer y de hoy, y comparan el antes y el después. Fíjate, las iglesias en Panamá están llenas de hijos espirituales que se convirtieron al Señor a través de mi ministerio. Como yo era alguien bien conocido cuando me convertí, los medios de comunicación me llamaban y entrevistaban. Y claro, yo testificaba. Es más, luego formé una banda cristiana a la que llamamos: Kyrios, que significa: Señor. Por ejemplo, visitábamos colegios. Es decir, donde antes cantaba en los bailes de los estudiantes, ahora dábamos conciertos y les testificábamos. Hacíamos el llamado y la gente recibía a Jesús.
Recuerdo también los conciertos que hacíamos en las plazas públicas con permiso del alcalde. Lo hacíamos los sábados en la noche, tocábamos, testificábamos y la gente se convertía. Recorrimos todo el interior de la República. Hicimos una gira, visitábamos iglesias pequeñas y así fue como yo empecé a ministrarle a Dios. ¿Sabes? La noche que recibí al Señor yo entendí por qué tenía este don. Ese día tomé una decisión de servirle con mi talento. Es más, ese mismo año que me convertí, recién había grabado un disco secular y había estado tan mal emocionalmente que intenté quitarme la vida. Cuando me convertí fuí donde el productor de la compañía para la cual trabajaba y le testifiqué que me había convertido, que había tenido una experiencia con Jesús y que ya no más iba a cantar ese tipo de música. Ese señor se echó a reír y me dijo: “No, lo que a ti te pasa es que estás pasado de drogas. ¡Te doy 6 meses para que estés de nuevo aquí!” Y bueno, ya van 36 años y nunca más he visto la cara de ese hombre. Lo que hice fue una decisión radical porque yo me ganaba la vida con el canto y esa era la forma de sostenerme. Yo ya tenía un estilo de vida y vine al Señor sin salario ni nada, pero él siempre me suplió.
¿Cuándo fue que escribiste tu primera canción? ¿Antes de ser cristiano o después?
Jaime: Cuando yo no era cristiano escribí algunas cosas (se ríe) que no vienen al caso porque eran canciones que venían de mis propias frustraciones y tristezas, cantaba cosas muy feas, como: “Invítame a pecar con música y licor, quiero pecar con exceso…” O sea, era una cosa horrenda lo que hacía, porque así me sentía, frustrado y amargado.
Luego de convertirte, ¿cuándo fue que comenzaste a escribir canciones para el Señor?
Jaime: ¡Al mes! La primera canción que escribí fue: “Entrégale tu vida a Cristo” (Escúchela aquí), que dice: “Entrégale tu vida a Cristo, invítale a tu morada, comparte hoy con él tu pena y tu dolor. Él sabe cuál es tu problema y todo lo que has llorado…” Yo grabé esa canción en el año ´77 ó ´78 con Kyrios. Por cierto, esta canción participó en un festival en Miami y ganó un 2do. lugar. La canción ya tiene años, y estando en EEUU la retomé y la grabé en el disco: “Prometo amarte”.
biografiasdecristianos   testimonios cristianos, testimonios de impacto, testimonios cristianos impactantesJaime, tengo entendido que cuando sale a la venta el disco: “Grandes son tus maravillas” (Editorial Vida) donde cantas junto a Marcos Witt, allá por 1993, tu ministerio alcanzó dimensiones internacionales; pero según me relatas tú ya venías en esto de la alabanza y la adoración desde muchísimo antes…
Jaime: Sí, así es. Por cierto en esa grabación se incluyó una canción mía: “Oh, ven” (Escúchela aquí). La escribí como 5 años después de haberme convertido al Señor. Dios me la dio en la ducha un domingo en la mañana mientras me preparaba para ir a la iglesia a dirigir la alabanza.
Mira, cuando Editorial Vida decidió grabar el disco: “Grandes son tus maravillas” yo no tenia nada que ver con el disco excepto que me delegaron enseñar los cantos a la iglesia. Me pidieron hacer eso para que cuando Marcos viniera la gente se los supiera. ¡Pasé 3 meses enseñándolos a la congregación! Luego, el fin de semana que íbamos a grabar, un día antes, mientras ensayábamos todos: la iglesia, Marcos y yo, se fue la luz. Sí, así como lo oyes, se fue la luz. Así que nos quedamos adorando al Señor con un generador de energía. Mientras lo hacíamos el Señor se movió y su presencia cayó de una manera espectacular. Luego de ese maravilloso momento, Fermín García, el productor del disco, se nos acercó a Marcos y a mí para decirnos de parte de Dios que el disco no iba a grabarlo solamente Marcos, sino lo dos. Fíjate, Marcos tenía la opción de aceptar eso o no, porque a quien conocían era a él, no a mí. ¡Yo era un desconocido! Pero Marcos es un hombre de Dios y además, entre él y yo hubo una gran afinidad desde que nos conocimos. Bueno, la verdad hubo mucha oposición entre la gente que estaba produciendo el disco pues a mi nadie me conocía. En fin, el asunto es que era el tiempo de Dios para mí y sí, esa grabación me dio a conocer a nivel internacional. Yo dí siempre gracias a Dios por eso.
¿Qué cosa crees que es más fácil: escribir cantos de alabanza y adoración o canciones de mensaje, tipo evangelísticas? No sé, te lo pregunto porque a lo largo de tu trayectoria has compuesto y cantado ambos tipo de canciones…
Jaime: Mira, yo creo que cualquiera puede escribir canciones, cualquiera puede sentarse y ver qué es lo que vende y es popular. Si alguien hace eso y está conciente de lo que toca las emociones, entonces puede animarse a componer. Pero ese tipo de ministerio o de estilo de escribir sólo apelará a la emoción; sin embargo, cuando te sientas y recibes de parte Dios una palabra o un canto en tu corazón, eso es lo que marca la vida y transciende el tiempo y el espacio. Hay cantos que te marcan, que pasan los años y nunca dejan de estar de moda. Esa es la clase de música que debemos aspirar a escribir.
Mira, yo estoy en el mover de la alabanza y adoración desde los años ´70 para acá, he visto la evolución y el crecimiento del movimiento, pero creo que nos hemos quedado muy cortos y nos hemos conformado. En lugar de ir a la fuente de la música nos hemos dejado influenciar por lo que ya es conocido, por eso reciclamos. Si te fijas bien, mucha de la música que se canta en la iglesia tiene influencias seculares y yo creo que eso no está del todo mal ya que de alguno u otro modo todos empezamos en la música imitando. Se justifica si estás comenzando, pero después ya no. Debe llegar el momento que debemos ir al original y buscar a Dios en lo secreto, porque nuestra música debería estar influenciando la música del mundo y no el mundo a nosotros.
Estonces no es que sea fácil o difícil componer canciones de uno u otro tipo, sino que el desafío consiste en encontrar profundidad en Dios…
Jaime: Eso es lo difícil. Yo puedo sentarme y escuchar una música del mundo y ponerle letra cristiana. Eso es fácil, lo difícil es traer algo nuevo, algo fresco. Algo que cambie la cultura, la manera de pensar y de conducirse de la gente. Habemos muchas personas que estamos en la iglesia y estamos cansados, no queremos más de los mismo y estamos dispuestos a pagar el precio de volver al principio y a la fuente que es Dios. ¿Sabes? Al principio del movimiento de la música cristiana, la iglesia afectó muchos géneros musicales. Es más, algunos géneros salieron de la iglesia negra y así es como debe ser. Es decir, los grandes movimientos deberían salir de la iglesia. Así como una vez el movimiento de los Derechos Civiles salió de la iglesia con alguien como Martin Luther King. Ese hombre cambió la cultura. La iglesia es punta de flecha y debería ser más agresiva y más exquisita, y comenzar a pagar el precio. Todo lo que te estoy diciendo no es una crítica a nadie, sino una reflexión de que vayamos más allá.
Y no sólo una reflexión, sino una advertencia, pues en cierto sentido el movimiento de alabanza y adoración se ha comercializado. Claro, no estoy diciendo que todos lo hacen por dinero. No, porque hay muchas personas rectas en esto; pero a veces diera la impresión que todo esto de la música es más comercio que otra cosa…
Jaime: La religión es un negocio, la música cristiana en un negocio y eso es lo que a veces daña. En ocasiones lo que Dios da para bendición nosotros mismos lo tornamos en maldición. Yo sí creo que hay gente que no está vendiéndose. Fíjate, yo me muevo en este medio de la música y dicen que si el Reguetón es lo que está pegando, entonces vayamos y hagamos Reguetón. Si el Hip-hop está pegando, que hay que hacer Hip-hop. A veces la gente se me acerca y me pregunta cuándo voy a grabar Salsa o Reguetón. Es entonces que les digo: “Tranquilo, yo conozco mis limitaciones y sé a lo que Dios me llamó. No estoy buscando ser popular ni tener un éxito en las listas para después desaparecer”.
Me viene a la mente un productor de cine secular, Spike Lee. Él hizo una película que se llamó: “Do the Right Thing” (“Haciendo lo correcto”). Recuerdo que cuando salió la película no gano un Oscar. Creo que la que ganó Oscar fue Batman, Dick Tracy o una de esas. Bueno, hace un año vi una entrevista que le hicieron a Spike Lee y le trajeron a colación ese incidente cuando no ganó el Oscar y él dijo: “Mira, la película de Dick Tracy ya pasó a la historia, pero la que yo hice, que no ganó Oscar, ahora es parte del currículum que se utiliza en todas las escuelas de los EEUU para enseñarle a los muchachos sobre lo que significa hacer lo correcto”. Noel, ese tipo de ejemplos son los que deberían motivarnos a hacer cosas que trasciendan el tiempo y el espacio, que después que yo me muera haya una generación que cante: “Grandes son tus maravillas”, “Oh, moradora de Sión”, “Quiero más de ti”, etc. Que esa generación sea afectada por cantos como: “Renuévame”, “Enciende una luz”, los cuales no pasarán de moda jamás.
Mientras te escucho pienso en lo siguiente: Que lo único que logra trascender en esta vida son las cosas eternas. ¿Verdad? Por lo tanto, si lo eterno es lo único que trasciende y nosotros queremos que nuestra música trascienda, entonces debemos acercarnos al Eterno para inspirarnos y componer canciones que trasciendan…
Jaime: Sí, las canciones tienen que venir de una intimidad con Dios, no de tu cabeza sino de tu espíritu. Y el Espíritu de Dios no viene a ti porque de repente viste un ritmo o una tonadita que a la gente podría gustarle, sino que viene cuando fuiste al lugar secreto y es allí donde el Espíritu Santo toma de la mente de Dios y te lo revela a ti. Es cuando eso sucede que tus cantos romperán situaciones, actitudes y cambiarán los destinos de las generaciones. Es más, no sólo las iglesias los cantarán, sino todo el mundo. Por ejemplo, la canción: “Te pido la paz”, que no la escribí yo, nació en el corazón de Dios. ¡Hasta los inconversos y otras religiones han cantado: “Te pido la paz”! Esta canción nació en la mente de Dios.
Jaime, entonces, si alguien te preguntara: “¿Cómo se escribe una canción?” ¿Qué le responderías?
Jaime: Que hay muchas maneras de escribir. La otra vez escuché a Juan Salinas enseñar un seminario donde habló de la estructura de un canto, que debe rimar, cuadrar con la métrica y todo lo demás. Te voy a confesar algo: No sé tocar ningún instrumento, no sé leer ni escribir música. ¡Ojala hubiera tenido unos padres que me hubieran impulsado a estudiar! Lo que tengo yo para componer es un don. ¡Pero! También sé que hay maneras de aprender a escribir y no podemos menospreciar eso. Yo fuera un mejor músico si aprendiera a leer y escribir música. Yo sería un mejor escritor si aprendiera de rimas, versos y métrica. Pero no lo soy. Lo que sí puedo hacer es animar a esta generación a estudiar y aplicar los conocimientos que adquieran en estas áreas, sin descuidar el matrimonio que hay entre lo intelectual y lo espiritual. Matrimonio que si está unido… ¡Wow! ¡Es una bomba!
Esto es como que si algunos tuvieran un don para componer que sin haber estudiado lo han podido desarrollar; sin embargo, hay otros que necesitan estudiar para desarrollar el don… ¿Qué opinas?
Jaime: Pienso que es cuestión de no ser mecánicos. Esto es igual a la predicación. Yo puedo traerte un sermón con homilética, hermenéutica, con su respectiva introducción, desarrollo y conclusión, pero no vivir lo que estoy predicando. Es pura letra muerta, puro: “¡bla, bla, blá!” Lo que tiene poder es cuando yo comparto lo que estoy viviendo, de mi vida. Como Cristo, él vino a transmitirnos vida. Él dijo: “Mis palabras son espíritu y son vida”. Eso es lo que tiene unción y poder, no concentrarnos en la rima y la métrica, que aunque hacer eso está bien, debemos recordar que debemos transmitir lo que estamos viviendo. Por ejemplo, cuando yo canto: “Quebranta mi corazón, quebranta mi vida entera” no es un cliché. Yo he pasado por el trapiche de Dios, yo sé lo que es la humillación, la frustración. Yo sé lo que es fallarle a Dios. Por eso, cuando le digo: “¡Quebranta mi corazón, estoy cansado de fallar, quebranta mi voluntad, ya no voy a luchar en contra de ti!” no es un cliché, lo digo porque realmente quiero menguar para que crezca él. Entonces, cuando yo vivo lo que escribo y lo que canto, al abrir mi boca eso va a tocar a la gente. No importa que tenga la voz ronca o que se me salgan los gallos, cuando yo cante vas a ser tocado porque sale de mi espíritu y de mi vida.
Entonces tu forma de componer no es que te sientas a escribir una canción, sino que te pones a adorar al Señor y las canciones aparecen sin importar que no sepas tocar o solfear…
Jaime: Sí, me pasa constantemente. Voy en el auto o estoy en la habitación y canto de mi corazón, a veces puro dolor y a veces pura gratitud.
¿Qué haces con esas canciones espontáneas? ¿Las grabas?
Jaime: Bueno, tengo una grabadora. Como no sé música y no toco nada, ¡si supiera tocar un instrumento fuera un monstruo! (se ríe), pero como no sé música lo canto y lo grabo, y luego busco un músico para que me ayude. ¡Imagínate! ¡A veces hasta escucho los arreglos de vientos y de trompetas! Los escucho en mi cabeza, como te digo: es un don.
He notado que en tus discos grabas más canciones de otros que tuyas, ¿a qué se debe eso?
Jaime: Mira, a veces me gusta más lo que otros hacen, es como el cocinero que le gusta más lo que otros cocinan…
Sin embargo, siempre estás escribiendo…
Jaime: Sí, hay un disco que aún no sale que tiene 5 temas míos, lo estoy haciendo con un productor argentino. No es el que está a punto de salir, que se titula: “Al que venció”, es uno que saldrá más adelante.
¿Cuál fue la última canción propia que incluiste en un disco?
Jaime: Se llama: “Dulce Señor”, del disco: “Déjame que te alabe”.
Jaime, llevas más de 30 años de ministerio musical, ¿cuales crees que son algunos de los desafíos que enfrentan los compositores de hoy?
Jaime: El desafío es comenzar escribir y cantar canciones que salgan de una plataforma donde ya estamos completos. Fíjate, siempre estamos anhelando o queriendo, no estamos escribiendo desde un lugar donde ya estamos. No decimos: “Yo sé, yo tengo, yo puedo”. Sé que parecerá chocante pero a veces escribimos: “Señor no me dejes, camina conmigo o dame más”. Pareciéramos dar a entender que el Señor es alguien difícil, como si fuera una chica bonita que sabe que es bonita y que uno está enamorado de ella y que a pesar de pedírselo te lleva por la calle de la amargura mientras le ruegas que te dé un beso y que te quiera. Pero Dios no es así. Él está más interesado en nosotros de lo que nos imaginamos. En este sentido, nuestros cantos deberían ser escritos desde otro punto de vista. Desde uno donde dices: “Yo sé, yo tengo, yo puedo”, no desde la mirada de una víctima; si no de una donde me posiciono, me aferro a la victoria de Jesús y declaro: “No estoy solo a pesar de que no te veo. Te alabo Señor porque eres bueno y porque en ti estoy completo”.
¡Impresionante! Dos cosas antes de terminar. Primero: ¿cuáles son las satisfacciones más grandes que te ha dejado componer y ministrar la alabanza y adoración en las naciones?
Jaime: Lo que más me bendice y motiva a seguir con este don y con este llamado son los testimonios de vidas que han sido restauradas. Matrimonios reconciliados, gente que ha estado hospitalizada y que me han contado que mi música los ha ayudado a atravesar esa situación. Además, sé de personas que han sido sanadas, que han estado a punto de suicidarse y que no lo han hecho. Fíjate, es curioso, yo he pasado por todas esas cosas que ahora me testifican. Noel, uno ministra desde el don que tiene y lo que tienes das. ¿Sabes? Dios me ha bendecido en el área de la sanidad interior, de las heridas del corazón. Él me ha sanado de forma impresionante y eso lo transmito en la música que hago. Conocer esos testimonios me motiva tremendamente para seguir pues hay mucha gente que se siente sola, aún en la iglesia, gente que se siente despreciada. Por eso, quiero tocarlos a ellos, motivarles, enseñarles a poner sus ojos en Jesús y en lugar de llenarse de amargura y resentimiento, que puedan recibir del Señor y comprobar que él es más que suficiente. Francamente yo jamás dejaré de hacer lo que hago.
¡Qué especial lo que dices! Lo segundo que quería preguntarte antes de concluir es: ¿Qué le recomendarías a aquellos que leen La Aventura de Componer y que están incursionando en el mundo de la composición? ¿Cuál sería el ´consejo de consejos´ que tú les darías para seguir adelante con su llamado?
Jaime: Yo les diría que no se limiten, que se esfuercen, que no se conformen y siempre pongan sus ojos en Jesús, que aprendan de él. Nunca te canses, siempre puedes hacerlo mejor, exígete a ti mismo, estírate, ensánchate, no caigas en la rutina ni en la monotonía… ¡Aprende, aprende, aprende!
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